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Alberto Fernández, sin sustento propio, enfrenta un peligroso huracán

La agenda del gobierno es “vintage”. Discutimos problemas ya resueltos y superados por el mundo mientras el “Avión-gate” hace sonar todas las alarmas

Nacionales 19 de junio de 2022
ALBERTO FERNANDEZ PRESIDENTE 1
ALBERTO FERNANDEZ

Josu de Miguel Bárcena, jurista español, en su libro Libertad, una historia de la idea destacó que vivimos desde hace casi dos siglos una tendencia -ciertamente pendular- de superación de las jerarquías sociales, muchas de ellas creadas y sostenidas por el ejercicio legítimo de la libertad. Una libertad, todo hay que decirlo, cuyo desprestigio corre paralelo al reduccionismo económico que algunos se han empeñado en atribuir a un noble principio sin el cual no es posible pensar no solo la ciudadanía democrática, sino el propio ser humano”. Afirma el jurista español, en una definición que lacera el alma de los gobiernos populistas: El poder, el gobierno constitucional, tiene que garantizar las condiciones necesarias para el libre desarrollo de las personas, un aspecto que los argentinos vemos obstaculizado a diario. Podríamos afirmar que donde hay un derecho, nace un obstáculo o impedimento del estado.

Alberto Fernández tiene el problema de haber llegado “anémico” a la presidencia de la nación a consecuencia de la falta de poder que tiene para usar la “lapicera”. Vivimos en un país donde el relato termina siendo más importante que la realidad misma. Un relato que genera mayor indignación y hartazgo en la población. El gobierno del Frente de Todos es el que tiene la responsabilidad constitucional de gobernar. Lo están haciendo pésimo. Un presidente que no “preside” las reuniones de su gabinete es un mandatario ausente incapaz de gobernar. Deben hacerse cargo del hartazgo de la ciudadanía. 

 
 
 
Una sociedad frustrada es una sociedad que puede estallar en cualquier momento, y desde el gobierno no hacen más que jugar con fuego dentro del polvorín. Los primeros dos años de Alberto Fernández no se traducen en un período de resurgimiento de los valores democráticos, del crecimiento económico y del respeto por las instituciones. Todo lo contrario. Fernández, hoy desgastado y acabado políticamente a consecuencia de su propia torpeza, tuvo que archivar en el cajón de los recuerdos su intención de ser reelecto. Solo le queda durar y aguantar. Para renunciar se necesita una valentía que el presidente pareciera no tener. Para seguir, un cierto grado de inconsciencia y locura que lucen como algunos de los atributos de un mandatario sin rumbo y a la deriva.

Lo anterior se traduce en una grave consecuencia, la agenda del Gobierno es vintage, pasada de moda. No puede eludir las consecuencias de sus errores. Nos invitan a participar en el G7 porque somos un país con un potencial enorme y el mundo necesita de los recursos que poseemos, pero vamos para debatir problemas que nada tienen que ver con ese futuro mejor que nos prometen pero nunca llega. La zaga del avión de Emtrasur es la evidencia más clara de que estamos transitando por el lado oscuro de la vida. Ese opaco hecho por sí mismo tiene la suficiente gravedad como para que el presidente de la nación de más de una explicación. ¿Qué nos está pasando? ¿A quiénes nos estamos asociando? ¿Qué intereses se ocultan detrás de todo esto? Son respuestas que el Gobierno debe darnos en forma urgente frente a las claras evidencias de que estaríamos siendo infiltrados por elementos terroristas.

 Avión venezolano iraní retenido en Ezeiza
Mientras todo esto nos está pasando, papelones internacionales, aviones oscuros que aterrizan en suelo argentino, incompetencia para llevar adelante gasoducto, el dólar billete vuelve a subir, el riesgo país crece, la inflación no cesa, los bonos argentinos se desploman, falta gasoil y la economía entra en un nuevo agujero negro que todos sabíamos que iba a llegar, pero nadie quería mencionarlo. El gobierno, con Cristina Kirchner incluida pese a su esfuerzo de pararse en la esquina del “yo no fui”, se enfrenta a una crisis económica de proporciones, que muy probablemente termine haciendo eclosión antes de 2023. En las condiciones actuales, ya dejó de ser preocupante para conformar una grave realidad. Los vencimientos de la deuda en pesos que debe hacer frente el gobierno antes de fin de junio lucen como una vaya casi imposible de superar. Pero, de ahí en adelante, todo será aún peor en términos económicos, y consecuentemente en términos de reclamos sociales, puja salarial y la consecuente inestabilidad política de un presidente que llegó al cargo sin sustento propio y tiene a su “mentora” como principal opositora.

Al mismo tiempo medio país está parado por falta de gasoil. Algo que era absolutamente previsible para cualquiera, menos para el gobierno del Frente de Todos, ocupado en su grieta interna, en cuidar las cajas y en seguir viviendo de las ventajas de un gobierno que se termina fagocitando a sí mismo, que cuando se queda sin recursos se evidencia incapacitado para gobernar porque, precisamente, no tiene que repartir. ¿Cómo pasamos de ser una potencia mundial a convertirnos en una nación colgada del globo terráqueo en menos de cien años? La explicación es demasiado compleja y larga para abordarla en profundidad en unas pocas líneas, pero se puede explicar a partir de los malos gobiernos que hemos votado, y, por sobre todo, por esa viveza criolla que nos hace “distintos”, tanto que atentamos contra nuestro propio futuro. El último ejemplo y más claro para explicarlo es el gasoducto “Néstor Kirchner”, que ya desde su propio nombre nos dice mucho sobre nosotros como país. Pero dice mucho más la incapacidad para hacer un gasoducto que nos podría servir como trampolín a un futuro mejor. Pese a ello, aún seguimos sin avanzar un solo metro en su construcción.

La educación también tiene un rol central en esa explicación, porque cuando se posee un país “bien” educado el progreso es la consecuencia. Al contrario, cuando se tiene una educación cooptada por el relato populista, donde no solo no se educa bien a nuestros hijos, sino que, además, se los “mal educa”, la pobreza y la resignación salen a la luz y en esto los “Baradel” de la Argentina tienen mucho que explicar a la sociedad sobre todo lo que está pasando puertas adentro de las escuelas, esas que ni siquiera tienen gas para pasar el invierno. Basta con caminar un par de cuadras por las calles de tierra del conurbano bonaerense profundo para entender que me estoy refiriendo, no a las escuelas privadas, sino a la educación pública, que hoy está, lamentablemente, apestada por el virus de la decadencia moral y del relato populista.

 Cristina Kirchner (Franco Fafasuli)
En este estado de situación la única receta que va a “intentar” seguir la coalición que “no” gobierna es la de continuar imprimiendo billetes de colores, con caras nuevas, tratando de que eso empuje el consumo y aminore la sangría de votantes que tuvieron en 2021 (5,2 millones menos de votos). Preservando en 2023 la Provincia de Buenos Aires, habrán ganado perdiendo. Nos queda poco menos que año y medio del tortuoso gobierno de Alberto y Cristina. ¿Terminarán unidos por el espanto o peleados por la codicia? No hay una respuesta para ese interrogante, cualquier cosa puede suceder. Lo que sí podemos vislumbrar es que todo sueño de reelección que tuvo el presidente hoy no es más que eso y que Cristina ha quedado presa -si se me permite el eufemismo- de una estrategia electoral exitosa pero que luego se transformó en una catástrofe política, produciendo el peor gobierno que tuvimos en democracia, tan malo que la propia Cristina lo abandonó.

Declarado traidor a la causa, Alberto Fernández solo sigue en el cargo porque Cristina no está dispuesta a hacerse cargo y pagar los costos de su mal gobierno. Alberto no tiene ni el poder ni los votos. Solo las lapiceras que le regalan y el sillón que le prestaron. Pero sabe que nada de todo eso es suyo. Solo intenta aguantar y resistir, hoy se conforma con poder terminar su mandato. Le queda aún un largo trecho por delante que se verá complicado tanto por la realidad que debe enfrentar, como por sus constantes tropiezos consigo mismo.

Los próximos meses serán turbulentos, la sumatoria de todos los errores que se cometieron están empezando a confluir en el tiempo, lo que podría ocasionar una debacle anticipada del gobierno, algo que Cristina vaticina y respecto de lo cuál estaría trabajando celosamente en el “plan Lula”, una dislocada idea que pasa por sostener que una prisión domiciliaria podría apartarla de los efectos de las esquirlas de la explosión del gobierno y asegurarle un regreso triunfante emulando al ex presidente brasileño. En Argentina todo es posible. “Cada ser humano hará con su libertad lo que mejor le parezca, incluso puede elegir ser esclavo (Miguel Hachem).

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