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Massa y el voto de JxC

El ministro/candidato también este fin de semana sorprendió con una definición política

Actualidad21 de agosto de 2023
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El ministro/candidato también este fin de semana sorprendió con una definición política que había trascendido la semana pasada y que tomó envergadura a partir de declaraciones periodísticas. En el discurso de la noche del domingo de las PASO Massa había expresado que su objetivo sería construir un gobierno de unidad nacional. Ahora definió de qué se trata esa idea.

“Buscaría un gobierno de unidad nacional e integrar un gabinete con radicales y peronistas que hoy están en el PRO”, remarcó Massa al ser entrevistado por Clarín. Y agregó: “No voy a empezar a hacer nombres, pero hay dirigentes de otras fuerzas políticas, del espacio de Juan Schiaretti, que no sonaría ilógico que fueran funcionarios de mi gobierno”.

“Hay muchos peronistas que en algún momento se desencantaron y también hay muchos radicales defensores de la escuela pública, de la gratuidad universitaria, de la movilidad social ascendente en la Argentina que no tienen nada que ver con Bullrich”, aseguró el ministro. Y remarcó que le “gustaría ver en el cuarto oscuro a muchos de los que integraron las listas de Horacio en Juntos por el Cambio el 22 de octubre”.

Massa dijo tener el desafío de “invitar a compartir el sueño a todos los que votaron a Grabois” y luego captar la adhesión “de todos que votaron a Horacio y que claramente no comparten la idea del todo o nada que planteó Bullrich”. A su vez, reconoció que tratará de convencer a aquellos que en 2019 votaron a Alberto Fernández y en 2015 a él y que “en esta elección están enojados o decepcionados y eligieron a (Javier) Milei”.

Horas atrás, en Unión por la Patria destacaban esa definición política como una de las claves que tendrá la campaña a partir de ahora. “La apuesta es por una gran unidad, con radicales, vecinalistas, gobernadores, intendentes, el movimiento obrero. Enfrentar las ideas que buscan eliminar la escuela pública, los derechos laborales, la producción, que proponen lo impredecible, planes que pueden terminar mal”, explicaron.

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Pero Massa también está obligado a brindar una prestación que Milei y Bullrich pueden ofrecer como promesa o conjetura: la estabilidad y la gobernabilidad. Por eso, en Estados Unidos el ministro de Economía recorrerá todo el espinel del poder político y diplomático en Washington para destrabar los 7.500 millones de dólares del Fondo Monetario. Es una suma que puede servir de miorrelajante para financistas alterados por el impactante resultado de las PASO.

La explicación que dio Massa ante empresarios, políticos y dirigentes de ambos extremos del continente es que el derrumbe del 17% de las acciones argentinas, más que a la devaluación, había que cargárselo al inesperado giro libertario que tomó la Argentina el pasado 13 de agosto.

Massa está sometido a la dinámica más endemoniada de todos los candidatos: tiene que patear el centro y cabecear la pelota. Convencer al FMI de que es el más apto para garantizar tranquilidad y paz social, despejar las dudas en torno al repago de la monumental deuda, y conseguir que gobernadores, intendentes y gremialistas de la familia peronista le crean que no les faltarán recursos materiales para atender sus intereses primordiales.

 Massa en Washington. El ministro/candidato se reunirá en Washington con funcionarios clave de la administración Biden
Llegará a Washington DC con el argumento de que el país se enfrenta a la encrucijada de elegir entre la previsibilidad y lo impredecible de Milei. E insistirá con la idea de que Bullrich ya no podrá sacarse la fulminante definición que le estampó el libertario de ser “la segunda marca” o “la copia del original”. Polarizar es la tarea.

Estará mañana con funcionarios del Banco Mundial y con Jay Shambaugh y Michael Kaplan, del Departamento del Tesoro, dos altos funcionarios de la administración Biden que conocen de cerca a la Argentina y su costumbre de acumular desequilibrios y postergar soluciones de fondo. Pero el día D será el miércoles, cuando está prevista la reunión con la búlgara Kristalina Georgieva, que conduce el FMI.

Si consigue los ansiados USD 7.500 millones -y más si hay una insinuación de que se destrabarán más adelante otros USD 2.250 MM- podrá anotarlo como su primer acto de campaña. Después vendrá la seguidilla de anuncios vinculados a mejorar los ingresos de los salarios más bajos -con suma fija- y los otros, con una rápida reapertura de paritarias. Y aumentar planes sociales, jubilaciones y pensiones. A Massa le tiene sin cuidado que la oposición hable de un “plan platita” para ganar las elecciones. Para él se trata de “compensar el daño de la devaluación”.

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Lo cierto es que si se da, el ok del FMI proveerá de las “efectividades conducentes” para los 60 días de campaña que tiene por delante. Es un plazo que se estira o se acorta si hay optimismo o gana el pesimismo. En el edificio de Bartolomé Mitre al 300 -el headquarter de Unión por la Patria- pasan de la confianza a la decepción con el vértigo de un urgente de TN con la cotización del dólar o una placa de Crónica con los detalles de un caso policial. La escalada del billete norteamericano y el caso Morena creen que fueron decisivos para el resultado de las PASO.

En el Ministerio de Economía dan por hecho que van a conseguir los fondos frescos porque creen que en la diplomacia estadounidense que ahora conducen los demócratas pesan las experiencias de Donald Trump, de Jair Bolsonaro en Brasil, Pedro Castillo en Perú, o Nayib Bukele en El Salvador, entre otros outsider que llegan al poder y ponen en tensión a las instituciones.

Partidas simultáneas
Son dos semanas en las que Massa deberá conseguir, en lo económico, la plata del Fondo, aquietar el dólar, normalizar las cadenas de suministros que se alteraron por el salto devaluatorio, y conseguir que los alimentos -sobre todo la carne- frenen la disparada. En esas partidas simultáneas que juega Massa hay tableros donde están los gobernadores, en otros los intendentes y, más allá, los sindicalistas. La “familia” peronista necesita de asistencia financiera para hacer realidad la promesa de recuperar el poder adquisitivo estropeado por la devaluación y el inevitable fogonazo inflacionario. En política, como en la vida, no hay romance sin finanzas.

Por eso habló con Gustavo Sáez (Salta), Osvaldo Jaldo (Tucumán), Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Sergio Zilloto (La Pampa). Fue el primer movimiento político que hizo después de la hecatombe electoral de Unión por la Patria y les transmitió que si Milei gana, irá por la coparticipación y pueden terminar sin diputados que puedan defenderlos en el Congreso Nacional. En el caso de los “mini gobernadores”, que son los intendentes bonaerenses, no hubo reproches para Juan Andreotti (San Fernando), Ariel Sujarchuk (Escobar), o Leonardo Botto (Luján). Es que allí hubo corte de boleta, pero también en Ezeiza, Lomas de Zamora o La Matanza. “Los entiendo”, dijo en televisión Massa, convencido de que nada va a ganar si los pone a todos ellos en la vereda de enfrente.

Gobernadores, intendentes y también los sindicalistas -que con ellos empezó a definir una rápida reapertura de paritarias que les permita a los trabajadores cobrar aumentos sensibles en los primeros días de octubre- mantienen más capacidad de daño que la certeza de dar vuelta una elección que viene bastante mal aspectada. Pero en ese vínculo de “necesitados”, Massa tiene una dependencia mayor: 18 gobernadores tomaron la precaución de jugar su suerte antes y desdoblaron los comicios provinciales.

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