Leavy: como un árbol talado

Según el plantígrado senador, la contundente victoria de su rival en las últimas elecciones, el entonces intendente capitalino Gustavo Sáenz, sucedió gracias a sus dotes artísticas y a la carencia de suficiente empatía por parte de Leavy.

Leavy no cambió uno de sus latiguillos de campaña, como si no se hubiese enterado que ya perdió: en declaraciones de fines de septiembre de 2009, le decía a La Gaceta Salta que “quiero llegar con propuestas y no cantando Rosa, Rosa.”

Además de cometer una suerte de sincericidio (nos ganaron cantando) Leavy parece olvidar la sucesión de decisiones desafortunadas que llevaron a su derrota, entre ellas su constante vaivén entre cargos electivos que hacía suponer la preeminencia de un afán por la supervivencia propia de la mejor manera posible, antes que el liderazgo de un proyecto político colectivo.

Sucede que el legislador se ha ganado la desconfianza popular. De hecho, las encuestas que lo medían en soledad, sin el abrigo confortable de la tracción electoral de Cristina Fernández de Kirchner, lo mostraban en su cruda realidad: sus votos propios eran muy pocos y el escaso blasón que podía exhibir era su histórica pertenencia al proyecto kirchnerista. Pero con antigüedad no se consiguen los votos suficientes.

Los antecedentes de Leavy como legislador e intendente brindaban más dudas que certezas: falta de rendición en tiempo y forma de cheques emitidos por la Cooperadora Asistencial de Tartagal, su renuncia a la intendencia y gambito ajedrecístico que dejó a su hermano en la titularidad interina de la municipalidad.

La Auditoría General de la Provincia encontró varias situaciones irregulares en el período 2015, en el que el legislador aún era intendente. Entre ellos, el hecho que la Cooperadora no se encontraba inscripta en AFIP, por lo que las compras se realizaban a nombre del municipio y esto impedía la incorporación de esos bienes al patrimonio de la institución asistencial. También, documentación respaldatoria de licitaciones y contrataciones que estaba ausente en el momento de la Auditoría. Al margen de que puedan o no configurarse como delitos, las irregularidades demuestran por lo menos una falta de orden que quizás podría haberse potenciado para mal general en el ejercicio de la gobernación de la Provincia.

Cuando Alberto Fernández – que llegaba a intentar compensar la ausencia de Cristina Fernández- casi culminaba su discurso en Salta, vio el cartel de una militante en contra de los desmontes.  Inmediatamente dijo "Les pido también a los salteños que cuiden su tierra. Vi a alguien allí con un cartel que decía basta de desmontes. Basta de desmontes, cuidemos nuestros bosques nativos. Porque si no, no les vamos a dejar un mundo a nuestros chicos".

Fernández le dio una orden al entonces precandidato a gobernador Sergio Leavy : "Y en eso Oso te voy a pedir que seas inflexible. Porque esta es la casa de todos nosotros, el planeta. Dejemos de maltratarlo. No al desmonte. Lo vamos a hacer porque el planeta lo exige".

El mandato debió caerle al Leavy muy mal. Sucede que es, según confirmó al diario Crítica de la Argentina el secretario general de la CTA Tartagal, Diego Alcoba, “propietario de uno de los aserraderos más importantes de la región, y beneficiario directo de los desmontes masivos”. Leavy apareció desde 2001 ante la AFIP declarando que su actividad principal es la de “extracción de productos forestales de bosques cultivados”.

En bajada permanente encuesta tras encuesta, como un árbol talado, Leavy vio peligrar el negocio, pero no el sustento familiar: de perder la Gobernación todavía podía llegar a ser senador nacional.

El entonces intendente se vio marcado con un escándalo en 2009 cuando fue destituido de su cargo mediante un juicio político por la supuesta malversación de fondos destinados a paliar los daños provocados por el alud que afectó la zona, mal desempeño de sus funciones y enriquecimiento ilícito, entre otros cargos. La Corte de Justicia de Salta desestimó finalmente la decisión del Concejo Deliberante tartagalense debido a que Leavy no había podido ejercer adecuadamente su derecho a defensa, pero no las acusaciones por sí mismas.

Un informe del diario Perfil de julio de 2009 afirmó que “Fredy Orlando Medina Biasutti, cuñado del Intendente Sergio Leavy, se quedó con dinero para las obras necesarias por el alud, al igual que Dante Álvarez, quien habría cobrado otro cheque como parte de pago de un terreno vendido a la mujer del mandatario municipal”. La esposa de Leavy figuraba como socia de Medina Biasutti en la empresa Río Tartagal SRL. El pago se habría realizado con uno de los 16 cheques denunciados por un humilde plomero gasista de apellido Almaraz, que había extraviado el talonario.

“Álvarez le vendió un terreno (al lado del aserradero propiedad de Leavy) a la mujer del intendente a precios irrisorios” – continúa Perfil- . “El cheque habría sido otorgado como parte de pago, según aseguraron varias fuentes, entre ellas (Olga) Ferrer”, entonces presidenta del Concejo Deliberante.

En la campaña, por su avidez en la acumulación de cargos, surgieron los memes con rima: Oso Goloso, Oso Ambicioso y varios más.

En la entrevista citada al principio de esta columna, Leavy también afirmó que “Gustavo no dijo ninguna propuesta durante su campaña”, ignorando u obviando a propósito -vaya uno a saber- el website al respecto del entonces candidato Sáenz y la falta del propio.

Siempre es más sencillo criticar como una esperanzada manera de crecer en la consideración de los votantes, mientras al mismo tiempo se dice “Hoy no hay oposición. Todos estamos trabajando para que a la provincia de Salta le vaya bien”.

Un líder político no sólo es esclavo de lo que dice -como reza un conocido aforismo- sino también de lo que hace o deja de hacer.

El problema es que, como canta Serrat “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.