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El detrás de escena de los rumores de default en el campo y el regreso del fantasma de la sequía

El ruido financiero para algunas empresas del rubro encendieron señales de alarma. El viejo reclamo por la baja de retenciones, en medio de un contexto de apoyo casi incondicional a Javier Milei. Las dudas por las lluvias y los empresarios del sector que “no la vieron”

Economía12 de enero de 2025Luis PulóLuis Puló
campo argentino

“Lo que pasa es que acá muchos no la vieron”, sonríe un chacarero por videollamada, desde su campo, a varios cientos de kilómetros de Buenos Aires.

La referencia es al tembladeral que vive desde hace unas semanas, un sector que es clave para la Argentina y por el que el presidente Javier Milei demostró tener preferencia.

 
Lo cierto es que en el motor económico de la Argentina –al menos hasta que Vaca Muerta despegue de verdad– pasa de todo: empresas que avisaron que no podrán pagar sus deudas y generan dudas sobre un efecto contagio que lleve a un default generalizado para el rubro; el debate renovado sobre las retenciones, un impuesto que Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, prometen sacar… cuándo las cosas estén mejor; precios globales de los granos en mínimos históricos; y muchos interrogantes climáticos que hacen que se vuelva a hablar de sequía, una palabra que les causa escozor a todos, desde los productores y los analistas, hasta el Gobierno. Así arrancó 2025 para el campo.

Finanzas en rojo
La primera alerta de “ruido” en el sector saltó con Surcos, un fabricante local de insumos agrarios que no pagó millones en pagarés y fue denunciado por la CNV. Pero cuando en los últimos días del 2024 se supo que el Grupo Los Grobo le informó a la Bolsa de Comercio que no podía afrontar acreencias por unos USD 10 millones hasta marzo, hubo temor real de un contagio total para el negocio, empezando por los agroquímicos. Todo culpa de los llamados “pagarés bursátiles”.

Gustavo Grobocopatel

      Gustavo Grobocopatel
 
Miguel Arrigoni, de First Capital, lo había adelantado días atrás en Infobae, cuando dijo que ese novedoso instrumento financiero era un verdadero problema para el agro. Se trata de una herramienta de financiación bastante laxa –mucho más que las obligaciones negociables, por caso– que permite tomar deuda de corto plazo. Funcionan de manera directa: el emisor obtiene recursos de inversores a cambio de un compromiso de pago en una fecha futura, generalmente con un interés determinado (en estos casos, atados al dollar linked).

Los Grobo hablaron de una “situación de iliquidez transitoria que impacta en el pago de los pagarés bursátiles emitidos para las empresas que componen el Grupo” y juraron que tiene un negocio sano desde el punto de vista operacional.

El megagrupo ruralista que hizo crecer desde Carlos Casares Gustavo Grobocopatel, quien fue bautizado en su momento como “Rey de la soja”, está desde 2016 en manos del fondo Victoria Capital Partners (VCP). Gustavo y su hermana Matilde tienen apenas el 10% del holding. “No podría agregar mucho a lo que se dijo. Ya llevo 8 años fuera de la operación”, se excusó en ese momento Grobocopatel ante una pregunta de este medio.

Rumores de tranquera hay para todos los gustos. Muchos dudan de un default por ese monto para una empresa como Los Grobo, que factura por año casi 100 veces más. ¿Tensión financiera y “momentum” para mandar una señal al Gobierno de lo que podría pasar en el campo? Quién sabe, pero suena raro: ¿se “quemaría” en el mercado por tan poco dinero una empresa de ese tamaño y con un nombre que es sinónimo de campo? Además, están los que creen que no suena lógico que un inversor financiero como VCP no consulte a Grobocopatel, a quien tiene sentado en su directorio y es uno de los “inventores” del negocio, por más accionista minoritario que sea.

Donde sí hay consenso de las fuentes es que todas se apuraron a aclarar que no es un tema “del campo” sino de algunas pocas firmas vinculadas a la venta de agroquímicos. El empresario se volvió a excusar ante una consulta de Infobae para esta nota. Tampoco quiso hablar Sebastián Calvo, presidente de Surcos, compañía desde la que aseguraron que están negociando con los acreedores y que “para fin de mes se debería alcanzar algún acuerdo”.

 
“No estoy tan convencido que esa sea una foto del sector hoy. Son casos puntuales. En un proceso inflacionario las malas decisiones empresariales y muchos errores se licuaban, en un proceso mucho más estable una mala decisión es igual a problemas. No veo contagio, al menos por hora”, dijo Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural Argentina, en diálogo con Infobae.

Un informe reciente del Ieral, de la Fundación Mediterránea, remarcó que “los indicadores disponibles no revelan el desarrollo de una crisis generalizada, al menos no en el corto plazo”. Sin embargo, Franco Artusso –autor del informe “El campo, a la espera de ‘un centro’ en 2025″– destacó que con precios deprimidos y la moneda fuerte, “un revés climático que afecte los rendimientos podría ser crítico, particularmente para productores que trabajan sobre campos alquilados”.

“En el actual contexto, un revés climático que afecte los rendimientos podría ser crítico para el sector, particularmente para productores que trabajan sobre campos alquilados y en zonas que vienen más castigadas por los eventos adversos de las últimas dos campañas”, agregó Artusso. También destacó que “las empresas declaradas en default en las últimas semanas parecen haber llegado a esta situación por debilidades propias, por exceso de toma de riesgo o deficiencias propias acumuladas de gestión económica (en los planos productivo, comercial y/o financiero), sin desconocer, por supuesto, que bajo un escenario macroeconómico más estable y una menor presión tributaria, alguna de estas compañías podría disponer de un mejor presente y haber logrado evitar la cesación de pagos”.

Polémicos agroquímicos
India y China son los grandes fabricantes globales de agroquímicos, un producto cuyo uso –por temas ambientales, de mercado y otros– bajó un 20% en los últimos años. En el país, algunas empresas de ese rubro, que son importantes, pero que no tienen la espalda de los gigantes globales del sector (cuyos recursos y portfolios son más amplios), apostaron por un dólar y una inflación altos y se sobrestockearon de agroquímicos que hoy deben vender por menos del precio de costo y, además, financiados. Un combo letal que, por otro lado, no es una novedad: la estrategia es “figurita repetida” en distintos momentos de la historia económica de las últimas décadas.

    
Así, almacenar agroquímicos se convirtió en un gran negocio: compraban a un dólar oficial de $365 y calculaban que con Milei se iba a 2.000 pesos. Con diferentes escalas, esa jugada la hicieron todos, incluso los productores.

Pero al final, los precios se desplomaron (antes, la pandemia también había hecho lo suyo). En 2023 y 2024 algunos jugadores quedaron “colgados” de la vieja matriz y se encontraron importando a USD 6 el litro para vender a USD 8, cuando China e India habían bajado a 3 dólares. Todo esto en un subsector conformado por empresas locales que venden protección de cultivos con foco en volumen y mucho peso de productos genéricos que ya no tiene patentes, como glifosato, atrazina y 2,4D.

“Hoy, conozco productores van a buscar insumos o sus granos con un escribano, para dejar constancia de que no se los dan. Está pasando ahora: no les entregan agroquímicos que ya cobraron, ni les devuelven el cereal que entregaron. Es un momento crucial para el negocio como pocas veces vi. Tenemos la soja muy barata y nadie vende. Hay 15 millones de toneladas en los silos. Eso sí, si nos devuelven 3 puntos de retenciones, cambia el ánimo”, detalló off the record el chacarero del “no la vieron” del comienzo de este texto.

Luis Mogni, consultor en agronegocios, coincide con que cambió el negocio: hasta noviembre de 2023 todo era comprar insumos y tener stock y hoy se opera just in time. “Cambió la dinámica: se pagaba todo en pesos, rápido, y ahora se busca financiamiento largo. Hubo una previsión de dólar que no se cumplió, cambió la macro y algunos reaccionaron más rápido que otros”, destacó.

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      Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA)
Con todo, Mogni no ve grandes nubarrones financieros sobre el campo; por lo menos, generalizados. Sí advirtió sobre otra tormenta en ciernes. “Estoy preocupado por el tema climático y lo que puede pasar con la cosecha gruesa. Si hay kilos, todo se resuelve, más allá de los precios internacionales. Pero si falta agua, merman los rendimientos potenciales, el chacarero se endeuda y puede haber traslado al canal de distribución, que es lo que pasó en 2022-23. Hoy falta agua y los pronósticos para los próximos 20 días no son favorables. Mi mirada hoy es climática, no financiera”, destacó el especialista.

“Durante la primavera y los primeros días del verano, La Niña ha comenzado a hacerse sentir, produciendo déficit hídrico en gran parte de la región agrícola”, dijo en un informe reciente que citó Bloomberg, Eduardo Sierra, climatólogo de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. La Niña es el fenómeno meteorológico que hizo estragos en el campo hace dos años.


Por su parte, la Bolsa de Comercio de Rosario asegura que lloverá menos que la media hasta marzo.

Pino, de la SRA, no es tan alarmista y propone esperar. “El agua en esta época del año siempre es una limitante y siempre preocupa lo que puede pasar con el clima. Pero el panorama todavía no está definido”, aseguró en diálogo con este medio.

Sobre los precios por el piso, el Ieral remarcó esta semana que en el mercado internacional, la soja promedió USD 361 por tonelada en diciembre de 2024, 27% por debajo de la cotización promedio del período 2002–2023. El precio de ventas a futuro de la soja para marzo ronda también los 360 dólares.

Retenciones
“Nadie tiene tantas ganas como nosotros, y yo en particular, de salir de este modelo desastroso donde el estado entre retenciones y cepo le expropia al campo el 70% de lo que produce. Se va a terminar con eso de una vez”. Eso dijo Milei en su discurso al inaugurar, el 28 de julio pasado, la exposición anual de la Sociedad Rural Argentina (SRA) en Palermo.

Pero por ahora las retenciones no se tocan. Milei lo sabe, Caputo lo sabe, el campo lo sabe.

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      Javier Milei, este año en la SRA
“No creo que las bajen este año y eso también va a generar retención de venta de granos por parte de los productores”, opinó Mogni.

Pino, cercano a Milei –quien en un evento de la UIA en 2024 dijo que gobiernos anteriores priorizaron la industria en detrimento del agro–, detalló que esta gestión sí eliminó retenciones a sectores como la carne de vaca de exportación, carne de cerdo y pollo, la lechería y hubo bajas en otros rubros. “También es una realidad que lo que nos preocupaba como productores hace un año, la brecha que llegaba casi al 200%, nos afectaba mucho más quizás que una retención. Se lograron cosas y está marcando claramente hacia dónde vamos. También es cierto que hay ansiedad: la soja con 33% de retenciones es inviable y más inviable con estos precios”, afirmó.

Del otro lado del mostrador, Alejandro “Topo” Rodríguez, exdiputado K y exministro de Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos Aires, aseguró que “Milei no elimina las retenciones por capricho y una grave voracidad impositiva”.

El actual Director del Instituto Consenso Federal, mencionó que la recaudación impositiva total de 2024 alcanzó los 131 billones de pesos y que, dentro de ese total, las denominadas “retenciones” (Derechos de Exportación) recaudaron 6 billones de pesos. “El proyecto de Ley de Presupuesto 2025 estimaba ingresos totales por 115,2 billones de pesos y un gasto total de 117,6 billones. Pero como el gobierno nacional decidió no tener presupuesto para este año, la prórroga del Presupuesto 2023 (más las actualizaciones de 2024), le permitirán a Milei y Toto Caputo podar no menos de 40 billones de pesos anuales. Eso significa que el gobierno tendría ingresos por 115 billones de pesos y enfrentaría gastos por 80 billones (como máximo). Milei podría eliminar el 100% de las retenciones sin poner en riesgo el equilibrio fiscal”, resumió.

Así, en medio de un lío financiero, en el que todos cruzan los dedos para que no se generalice, vuelve la sombra de la sequía. O sea, más dudas y temor a un impacto que sea más grande.

Un viejo refrán dice que los hombres de campo viven mirando para arriba: para ver si llueve, o para ver si deja de llover. Desde hace un año, también miran a la Casa Rosada, a ver qué hace Milei.

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